lunes, 24 de octubre de 2011

Bastet.


Podría llamarse la Vacuna del Desencanto. La bailarina grácil. La gata.

Entre sus garras y dientes se esconde la alegría de vivir. El pálpito empedernido del hogar. El calor de un baile certero y directo como una bala de plata. Reina de las emociones que desgarran, haciendo honor a su nombre, a aquellos que no armonizan como ella, aquellos que lloran por las esquinas, a los que oran al malestar y no degustan las pequeñas cosas. Muerte segura. Inofensiva para las sonrisas. Impredecible y bella como una gata, surge de las sombras, protege a la luna, y maúlla a las mil y un pasiones entre las hogueras.
Como todos nosotros, si llegamos a despertar.

Todo lo bello, mata.








Unas tres horas, Ps. Otro retrato divino.

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